El fenómeno del K-Pop, que hoy domina las listas globales, tuvo su origen en Corea del Sur a principios de los años noventa. Todo comenzó en 1992 con la aparición del grupo “Seo Taiji and Boys”, quienes rompieron con los moldes tradicionales de la música coreana al fusionar géneros como el rap, el hip hop y el dance, influencias poco comunes en el país en ese momento. Su estilo innovador y su mensaje juvenil conectaron con toda una generación, marcando el inicio de un movimiento que transformaría la industria musical asiática.

Con el paso del tiempo, el K-Pop evolucionó gracias al surgimiento de grupos icónicos como H.O.T., BoA y TVXQ, hasta llegar a la expansión internacional con BTS, BLACKPINK y EXO. Estos artistas no solo exportaron su música, sino también la cultura, la moda y el idioma coreano, convirtiéndose en embajadores de una nueva ola cultural conocida como la “Hallyu”.

Hoy, el K-Pop es mucho más que un género musical: es una industria global multimillonaria que combina entrenamiento intensivo, estrategias visuales y conexión directa con los fans. Desde sus humildes orígenes en los 90, hasta los estadios llenos en todo el mundo, el K-Pop representa el poder de la innovación y la influencia cultural en la era digital.